Criterios sobre aspectos varios de la vida
lA PUERTA DEL ARENAL

BAB AL-FARAY de origen almorávide y reconstruida en el siglo XVI y en el XVIII.
Se situaba en el antiguo barrio portuario del Arenal, en la confluencia de la actual calle García de Vinuesa, paradójicamente nombre del mismo alcalde que ordenó su destrucción, antes calle de la Mar, con las calles Arfe, Federico Sánchez Bedoya y Castelar. Este topónimo no se menciona en las fuentes musulmanas, aparece por vez primera en 1274; se sabe que en 1386 se construyó en ella una nueva torre, y que en 1403 estaba defendida por una barbacana. El origen del nombre lo fijan los historiadores en la existencia entre la ciudad y el río Guadalquivir de un arenal, o playa fluvial. Es de suponer que aquella puerta medieval sería sólo una torre-puerta, con acceso acodado y protegida por la barbacana al modo habitual, y contaría con dos carriles donde ajustar tablones calafeteados para cortar el paso al agua del río Guadalquivir en caso de desbordamiento. En cuanto a su estructura, un documento de 1386 ha permitido saber que se empleó madera en la construcción de una nueva torre y que la puerta contaba con un “alcazarejo” sobre ella. Asimismo, otra fuente, ya del año 1403, informa de que la barbacana que la protegía fue derribado en el siglo XV. En 1560, Hernán Ruiz recibe el encargo de alzar la puerta, por ser demasiado baja y angosta, obras en las que participaría alguien de nombre Juan Cabello como Maestro Mayor.
Estaba situada en cota más baja de toda la muralla, y de las más cercanas al Guadalquivir, por lo que era también la primera en sufrir los efectos de las crecidas; por ello se marcaban aquí los niveles de las riadas en cada desbordamiento, siendo el “marcador” oficial de las riadas a lo largo de la historia.
Construida en orden rústico, contaba con un alto frontispicio adornado con estatuas y escudos. Fue derribada y reedificada en 1566, siendo Asistente y Capitán General de Sevilla Don Francisco Zapata y Jiménez de Cisneros, primer Conde de Barajas. En 1734 y 1757 se somete a dos nuevas intervenciones.


De este modo, lo que se levantaría sería una puerta de nueva planta abierta con un arco de medio punto flanqueado por dos pilastras sobre las cuales se asentaba un entablamento, en cuyo frontón, unas acroteras servían de remate. Las obras finalizarían en 1566, colocándose dos lápidas con inscripciones en latín y en castellano en las que, respectivamente, se honraba a Felipe II (en el exterior) y se conmemoraban las obras (en el interior)
Ya en el siglo XVIII, sufriría otras dos intervenciones, en 1734 la primera y en 1757 la segunda. Quizás de entonces eran las otras dos lápidas con que contaba, si bien hay quien incluso añade la posibilidad de que una de ellas, la exterior, fuera colocada también en 1566. De ninguna de ellas se sabe nada en la actualidad.
Mostraba los escudos con las armas de la ciudad y reales labrados en piedra, como otras entradas de la muralla, además de algunos elementos decorativos que se conocen por la distinta iconografía conservada, como dos alegorías de la Abundancia sobre el frontón y una de San Fernando con heraldos a los lados en el tímpano. Todo ello es probable que desapareciera cuando la puerta fue derribada en junio de 1864.

El enclave del puerto hacía del Arenal un mundo dentro de la propia Sevilla en el Siglo de Oro. Era más cosmopolita, ya que comunicaba el centro comercial de la ciudad con el puerto que la abastecía de mercancías de todo tipo llegadas del nuevo mundo. Entre la Torre del Oro y la Puerta de Triana sus calles fueron las elegidas por los hampones, pícaros y truhanes por el gran trasiego portuario y comercial del arrabal extramuros, sobre todo en el Malbaratillo, improvisada feria ambulante de ropavejeros, traperos y buscavidas de cualquier coyuntura, que desde la misma puerta extendían sus dominios a los postigos del Aceite o del Carbón o del Oro y a otras puertas como la de San Juan, Triana y Real o de Goles. Su constante actividad mantenía los portones de esta puerta abiertos de día y de noche.

En el edificio que hace esquina entre la Calle García de Vinuesa y la Calle Castelar está situado este azulejo recordando el lugar exacto donde estaba situada.
En 1864 (no en 1861 como por error se indica en la representación) es derribada para siempre, no antes de ver pasar por su arco el oro y la plata de las Indias, la mercancía que llegaba de las Filipinas, de Japón y de las Indias Orientales o el trasiego de pescado que los marineros de Triana mantenían para abastecer a la ciudad.
Su aspecto es conocido gracias a distintos dibujos y grabados realizados en el tiempo, en especial al de Anton Van den Wyngaerde de 1567. Otro muy posterior de Bartolomé Tovar realizado en 1878 la representa con un frontón triangular superior, fruto de la reforma neoclásica. En la fachada interior figuraba la inscripción
«CVRA REVM PVBLICARVM»
«A HONRA Y GLORIA DE DIOS RENOVOSE AÑO DE MDCCXXXIV»

LA PUERTA REAL

LA PUERTA DE CARMONA

LA PUERTA DE TRIANA

LA PUERTA DE JEREZ

LA PUERTA DE SAN FERNANDO

LA PUERTA DE LA CARNE

LA PUERTA DEL OSARIO

LA PUERTA DEL SOL

LA PUERTA DE CÓRDOBA
