Mi padre tenía un bufete de asesoramiento a empresas que operaban en diferentes sectores. Gracias a sus relaciones pude realizar prácticas durante cuatro veranos en distintas organizaciones. La primera fue en un estudio de arquitectura, donde tuve un primer contacto con las normas técnicas de diseño y con el trabajo en equipo en los proyectos del estudio.
La segunda se desarrolló, como aprendiz en un taller de asistencia para coches de la marca FIAT, en Domodossola, una ciudad a unos 130 km de Milán, y que aproveché al máximo por la pasión que sentía por las carreras. Lo más relevante de esa experiencia fue observar cómo el orden, la limpieza y la organización eran aplicados según las reglas, lo que repercutía en la calidad de los trabajos que realizaban los profesionales. Allí también descubrí conceptos básicos que, más tarde, he observado en toda Organización relevante:
Fue una vivencia especialmente intensa, interesante y sobre todo divertida.
Las siguientes fueron en una empresa de construcción. Durante dos años seguidos estuve recibiendo del director técnico, un ingeniero francés, sus extraordinarios conocimientos especializados en construcción prefabricada y sobre las condiciones de trabajo.
Tengo que resaltar cuánto aprendí en esas prácticas y lo útiles que han sido a lo largo de mi carrera profesional, algo que debo agradecer a la sabiduría de mi padre que, conociendo mis inquietudes, supo encauzarme certeramente.