INFANCIA

Infancia

Según explica en sus libros la científica Levi-Moltaccini, los primeros cuatro años de vida son fundamentales para el desarrollo y crecimiento de las conexiones neuronales. En mi caso, la infancia en Serrada está marcada por el contacto con la naturaleza. En aquellos años no existía ningún medio audiovisual que nos distrajese, sólo la radio, por lo que mis juegos los compartía con otros niños en el exterior y en escapadas furtivas al bosque, si el tiempo y la temperatura lo permitía. La vida se regía por la luz solar y el clima. Recuerdo con claridad, cómo vivía el cambio de estaciones, especialmente la entrada de la primavera cuando comenzaba a derretirse la nieve, aparecían los primeros brotes y surgían pequeños riachuelos, nacidos del deshielo, con los que yo jugaba e intentaba canalizar con piedras y barro.

El verano era, hasta que realicé el servicio militar, la estación más esperada. No había que asistir a clase y yo prefería la acción a los estudios. Cada año, al llegar las vacaciones, mi madre regresaba a Serrada para ayudar a la “nonna Beppina” en el “Albergo” y a mí me mandaban con alguno de sus hermanos. Una de esas vacaciones estivales, las pasé con mi tío Luigi. Durante un par de temporadas se encargó de la explotación de una granja de alta montaña, que en italiano se denomina “malga”.

En verano se producía la trashumancia estival de las vacas desde los valles a los pastos frescos de la alta montaña. Así que, le acompañé y conviví allí con los vaqueros. Les observé dirigir el ganado y elaborar queso con la leche que ordeñaban. Por las noches hacía frío a esas alturas y el cielo, libre de contaminación lumínica, estaba plagado de estrellas. En la “malga” el pequeño grupo contaba con su propia organización que, aunque sencilla y rudimentaria, armonizaba con la naturaleza y el cuidado de los animales. Con su jerarquía, formación y aprendizaje transmitidos de generación en generación, habitualmente dentro de la misma familia.

Era extraño encontrar a personas ajenas a este estilo de vida, normalmente se trataba de excursionistas que se dirigían al monte “Maggio” en busca de la llamada “stella alpina”, flor silvestre que ya por entonces era motivo de preocupación por su extinción.

 Aunque el paso de los años borra algunos recuerdos, hay algunos que se rememoran como si se hubiesen producido ayer, como la visión de la profundidad del horizonte con las montañas recortadas en el horizonte, las cimas, los valles y los pastos.

Recuerdo también los meses que pasé en Folgaria, que estaba a unos 5 km de Serrada, con mi madrina Mariotta y su marido Vittorio, “Checco” para los amigos. Este matrimonio era muy especial. El tío y la abuela habían montado en Serrada el primer remonte invernal para los esquiadores “Lo Slittone”. Él era un empresario muy emprendedor de Faenza, me gustaba verle conducir su coche, una “Balilla Copa D´oro”. Para no interferir con su suegra en la actividad de restauración, y fomentar la armonía familiar, había abierto, con la tía Mariotta, un bar en Folgaría, especialmente apreciado por sus helados artesanales que el tío Vittorio elaboraba personalmente. Ambos compartían la gestión, pero en ámbitos distintos. La tía atendía a los clientes y “Checco” se encargaba de la logística y la intendencia. Fui testigo de que la atención al cliente y la calidad del servicio estaban en la base del éxito. Él aplicaba sus conocimientos empresariales y ella los aprendidos junto a su madre en el “Albergo” de Serrada.

Pero si hay recuerdos especiales de esos años son los que me traen a mi abuela materna Giuseppina, ella era el alma (condottiera) de su familia, se dedicaba a la gestión de un “albergo” en Serrada. Viuda desde 1946 y madre de seis hijos: Giovanni “Nino”, Mariotta, Luigi, Rina, Remo y Diego. Estaba dotada de iniciativa y sentido común por lo que, sin formación empresarial alguna, comenzó a aplicar en su establecimiento criterios de organización básicos que siguen vigentes:

  • Orden y limpieza
  • Máxima atención al cliente
  • Calidad del servicio y de las comidas
  • Tradición e innovación
  • Funciones y responsabilidades
  • Utilización de todos los recursos disponibles

 

La nonna se ocupaba personalmente de atender a sus clientes y se interesaba por conocer si su estancia había sido grata. Buscaba la mejora continua. Mi padre la tenía en gran estima.

A continuación, podéis leer un artículo en el que se menciona al tío Vittorio y a ella.