EL PERIODO PORTUGUÉS

El Periodo Portugués

En mi lengua materna, la italiana, la palabra “pendolare” hace referencia a una persona que, viviendo en un lugar y trabajando en otro necesita viajar constantemente. En la década de los 90, durante unos cuatro años, me encontré en ese estado. En un principio de lunes a viernes, y de lunes a jueves en un segundo periodo. Mi empresa había firmado un consorcio hispano-italiano para reestructurar y reorganizar dos plantas industriales privatizadas por el estado portugués. Aquel desempeño me llevó a vivir entre Lisboa y Sevilla.

Fue una experiencia que exigió muchos sacrificios personales y familiares que, sin embargo, me aportó nuevos puntos de vista. Tuve que modificar el sistema de organización anterior. Trabajar con personas con un sistema diferente a las italianas de los primeros años, y a las andaluzas con las que había tratado durante más de dos décadas resultó enriquecedor. Los colaboradores portugueses presentaban unas actitudes y habilidades distintas, que permitían la fácil y rápida consecución de los objetivos. Mi primer gesto fue fomentar la comunicación, para ello la puerta de mi despacho estaba normalmente abierta. Anteriormente la estructura jerárquica había estado más cerrada y para acceder a la dirección había que superar, al menos, dos controles. La formación facilitó la adaptación a la nueva metodología. En este proyecto participaron varios técnicos españoles e italianos, que apoyaron con su ejemplo toda mi labor como gestor y que fueron de gran ayuda para lograr los objetivos.

Cuando transcurridos cuatro años, esta asociación se disolvió, regresamos a nuestras instalaciones anteriores con la satisfacción del trabajo bien hecho, con cierta melancolía por las personas que se quedaron y que habían sido nuestros colaboradores en ese periodo y con la felicidad de regresar a vivir el día a día con nuestras familias. 

Mis experiencias vividas en seis países distintos Italia, Canadá, España, Japón, México y Portugal, tienen una cosa común lo distintas que son las condiciones de su entorno, el clima, historia, costumbres y tradiciones industriales, factores que el organizador debe tener siempre presente para armonizarlas con las exigencias de la Organización. Finalizada mi labor como gerente en junio de 2015 y asumida durante unos meses la de mentor en varias organizaciones del norte de Europa, pude comprobar una vez más el peso que tienen estos elementos en el funcionamiento de las Organizaciones. Un simple ejemplo: el trabajo a ciclo continuo exige, por su naturaleza, turnos de mañana, tarde, noche y festivos. En el norte de Europa estos sistemas estaban implantados desde los principios de la Revolución Industrial y son asumidos como condición necesaria. Las zonas con cultura agrícola dependiente de la climatología y a los cambios de estación, difieren de aquellas con cultura industrial sometidas a la acción constante del progreso tecnológico. En estas áreas, al personal le cuesta adaptarse a esta necesidad y, por lo tanto, armonizar con la organización de la producción.