Criterios sobre aspectos varios de la vida
la glorieta de bécquer
En una de las glorietas más bellas y famosas del Parque de María Luisa. El monumento de mármol que le da nombre está declarado Bien de Interés Cultural y está dedicado al poeta sevillano Gustavo Adolfo Bécquer.
En la sesión celebrada en el Ayuntamiento el 26 de noviembre de 1910, se hacía pública la propuesta de erigir un monumento en honor al poeta por iniciativa de los hermanos Álvarez Quintero, admiradores de Bécquer. Para ello, dedicarían los beneficios de su obra, “La Rima Eterna”, como principal medio de financiar la obra. Junto al escultor Lorenzo Coullaut Valera eligieron la rotonda en la que crecía el ciprés. El propio Coullaut, proyectó la obra en la que trabajó desde su estudio en Madrid. Aprobada la maqueta, y finalizados los modelos en barro, el escultor Bechini (artista italiano afincado en Barcelona) se encargó de finalizar las piezas, materializándolas en mármol blanco de Carrara.
Tiene planta circular cerrado por una verja de hierro. En su centro crece un ciprés de los pantanos del Misisipi, que fue plantado aproximadamente entre el año 1850 y 1870, puede llegar a alcanzar una altura de 45 metros y vivir al menos 300 años. Collaut Valera quería que el monumento creciera como el árbol. Como Bécquer y la poesía, que es eterna, esta obra también tenía que serlo. Es circular, para que se recorra, para que se viva. Así nos integramos. Forma parte de la idea de eternidad

Alrededor de este espléndido árbol, se dispone la obra escultórica, que se desarrolla a lo largo de un banco perimetral que lo rodea. El grupo escultórico está formado por unas figuras dispuestas en un pedestal octogonal. El busto del homenajeado aparece como eje que divide. A ambos lados se encuentran el amor vivo, representado en bronce, que es captado en el momento de “herir” a tres damas, que simbolizan tres estadios del amor: el “amor ilusionado”, el “amor poseído” y el “amor perdido”. Al otro lado,también en bronce, el amor herido.
Las doncellas sedentes represan el poema “El amor que pasa” escrito por el autor:
Los invisibles átomos del aire
en derredor palpitan y se inflaman,
el cielo se deshace en rayos de oro,
la tierra se estremece alborozada.Oigo flotando en olas de armonías,
rumor de besos y batir de alas;
mis párpados se cierran… ¿Qué sucede?
Dime
-¡Silencio! ¡Es el amor que pasa!
Se ha restaurado en varias ocasiones, la primera modificación tuvo lugar en 1918 cuando Aníbal González suprimió la verja de hierro y la reemplazó por una falca de piedra. En 1988 se cambió la verja interior y en 1995 se añade una verja exterior y se restaura el conjunto. En 2016, a causa del ensanchamiento del árbol, se interviene para adaptar la escultura a las nuevas medidas. La base pasa a ser un eneágono y las figuras regresan a su forma original con lo que Bécquer, está más cerca de las damas, y todas las piezas están más unidas.
A CONTINUACIÓN, UN VÍDEO DE METISRESTAURA SOBRE LA ÚLTIMA RECOSTRUCCIÓN DEL MONUMENTO