Criterios sobre aspectos varios de la vida
MI MADRE, LA SEÑORA LOLA

Valencia mayo de 2020
Mi cuñado Mauro, “Máurooo” me ha ilustrado su iniciativa de dar a conocer sus raíces a sus nietecillos. En un principio me surgió la reserva que suele aparecer con un hombre con raíces de la Italia del Norte, más cercana a la alemana que a la mediterránea. Sin embargo, la idea me permitía recordar y dejar rastro de aspectos de mi vida para el nieto que está en camino, y más que vendrán.
Debo indicar que yo soy más de fotos y vídeos que de letras, por lo tanto me voy a referir al principio y a la actualidad de mi vida de forma breve y concisa. El futuro dirá si hablaré de más aspectos de mis vivencias, como las reuniones familiares para las paellitas, tan añoradas en estos tiempos de confinamiento.
En primer lugar, debo referirme a mi MADRE, la Señora Lola como todo mundo la llamaba.
Era el año 1955. En aquel tiempo el Tren llamado el “Sevillano” recorría desde Antequera, el Sur de España, para llegar a Valencia con más de 20 horas programada, dos cambios de vagones, una en Boadilla y el otro en San Juan, y los habituales retrasos de la época. Los asientos de madera, el traqueteo y los humos típico de esos convoyes, en nada favorecían la comodidad, poco que ver con el confort que disfrutamos hoy en día en los trenes de alta velocidad.
La familia Cortes Torres había decidido trasladarse a esa ciudad mediterránea donde vivía la tía María, hermana de mi madre.

Un buen día se subió al Sevillano una mujer, la Señora Lola, mi madre que me llevaba en su vientre aguantando las dificultades del largo y penoso viaje. A los pocos meses, el 27 de julio de 1955, dio a luz un niño ochomesino, muy pequeñito, que era yo. Echando la vista atrás he de resaltar que no existían los hospitales como en la actualidad, con los modernos equipamientos, ni con las avanzadas técnicas de asistencias de los niños prematuro y, sin embargo, estoy aquí para contarlo, porque mi madre me dio la vida dos veces:
- la primera al alumbrarme después de un embarazo en condiciones difíciles, como la del viaje en el tren y el cambio radical de vida del campo Andaluz a la ciudad con todo lo que dicho cambio acarreaba
- la segunda al mantenerme con vida entre algodones (nunca mejor dicho) con una dedicación total
Me alimentaba con una cucharilla de café con su leche, pues el parvulito no tenía fuerza para amamantar. Pesaba solo un kilo y medio. Mis hermanos mayores me contaban que fui bautizado con rapidez en una fuente con algodones y, después recibí la extremaunción. Por esto es por lo que digo que, La Señora Lola, me ha dado dos veces la vida. Casi nada.
Esto me permitió pasar horas y horas de mi infancia en un descampado ubicado entre la casa de Gil y Morte, donde vivíamos, y los terrenos del ferrocarril. En ese lugar solían aparecer trastos grandes y pequeños de todo tipo entre los cuales seleccionaba los que podía almacenar en una cajita, bajo mi cama. Ya en aquel entonces el niño Manolín mostraba sus habilidades de observador, y reutilizador, como me define el medio alemán de mi cuñado. Él insiste en el concepto que no es lo mismo ser recuperador que reciclador: el nivel en un peldaño más alto, y cimienta su concepto con el ejemplo consistente del “Edificio” construido aplicando el concepto de “reutilizo” en la parte estructural, interiorista y de decoración.
Y para resumir:
- Mi madre me dio la vida DOS veces.
- De niño, en el descampado empecé a “reutilizar”
- Muy recientemente he realizado el Edificio, ejemplo máximo de “reutilizo”
Por último, ahora me llega un nieto, con lo cual vete tú a saber si tendré ganas de escribir sobre mi vida pasada ,y colmar los más de 60 años, de los cuales nada os he contado.
No se olvide el lector que tengo fotos, a punta pala, de esos tiempos pasados.
Jeje