ISPAL

Criterios sobre aspectos varios de la vida

ISPAL, la sevilla prerromana

Para poder comenzar a hablar de Ispal debemos remontarnos a hace unos 6000 años, cuando la desembocadura del Guadalquivir se situaba en un estrecho comprendido entre Coria y Dos Hermanas. El Océano Atlantico se adentraba por lo que hoy es el valle del Guadalquivir formando un brazo de agua salada que se conoce como Lago Ligur (Lacus Ligustinus), y que ocupaba una gran extensión, llegando desde la cornisa del Aljarafe hasta Dos Hermanas, e inundando el lugar donde se encuentra actualmente la ciudad. La sucesiva acumulación de sedimentos aportados por el río y sus afluentes fueron dando lugar a una “barrera” que propició la formación de marismas hasta llegar al estado actual.

Esto, por un lado hizo que el territorio fuese una zona muy fértil, rica en recursos naturales, con abundante agua potable y, al ser navegable, accesible por vía fluvial. Y por otro, extremadamente peligrosa para los habitantes a causa de las riadas.

Más abajo se encontraba el Golfo Tartésico, cuya boca abarcaba desde Matalascañas hasta Sanlúcar de Barrameda.

A lo largo de los siglos el lago fue desapareciendo debido a la colmatación. Los sedimentos que llegan desde Sierra Morena van provocando una ensenada hasta la altura de lo que hoy es Coria del Río y la zona de la actual Sevilla, creando un sistema de meandros que van formando islas que se crean y desaparecen de forma dinámica alrededor.

El río se abría en varios brazos, el más oriental de ellos arrancaba a la altura de la actual Barqueta, siguiendo por lo que hoy es Alameda de Hércules, Trajano, Campana, Tetuán, plaza Nueva, Constitución y García de Vinuesa hasta confluir en el curso principal. Será el que quede a poniente de las cotas más altas de altura. 

Al Este discurría otra vía fluvial, el arroyo Tagarete, por las actuales calle Arroyo, Amador de los Ríos, Avenida Juan de Mata Carriazo, prado de San Sebastián, plaza de don Juan de Austria, San Fernando, Puerta de Jerez y desembocaba en la Torre del Oro al Guadalquivir.

Llegadas las crecidas del río este promontorio se convertía en un médano aislado por las aguas de tierra firme, era de forma ovalada y tenía unas proporciones de unos 450 metros de largo por unos 200 m de ancho. La isla se delimitaba por la Cuesta del Rosario, Plasencia, Muñoz y Pabón, San Nicolás, Federico Rubio, Fabiola, Cruces, Ximénez de Enciso, Santa Teresa, Lope de Rueda, Reinoso, Jamerdana, plaza de los Venerables, Gloria, plaza de Doña Elvira, Rodrigo Caro, Mateos Gago, Ángeles, Abades, Cardenal Sanz y Flores, Don Remondo, Segovia, Argote de Molina, Placentines y Francos.

En algún momento entre el 1000 y el 800 a. C, cuando va bajando el nivel de las aguas, se establece un poblado palafítico en la elevación central, la actual plaza de la Alfalfa, dando origen a Ispal. La importancia de este asentamiento surge precisamente la llegada de los fenicios a lo largo del S. VIII a. C. Es por ello que la fundación legendaria de Sevilla se le atribuye de forma mítica a Melkart, mercante fenicio que cruzó el Mediterráneo, el Estrecho de Gibraltar y llegó remontando las aguas del Lacus  Ligustinus hasta la ciudad fundando una colonia.

Según la leyenda, aquellas tierras ya estaban pobladas por los tastessos, que al mando del rey Gerión, vivían del comercio de las pieles y cueros de los numerosos toros bravos que ocupaban colinas y llanos de la región. Melkart derrotó al rey y lo sometió a vasallaje comercial, fue considerado un semidios y la cultura griega lo hizo suyo con el nombre de Heracles, trasladándose a la época romana como Hércules. Los griegos denominaban el estrecho de Gibraltar “Columnas de Hércules”, columnas que hoy figuran en el escudo de Andalucía.

En este asentamiento que los nativos llamaban Spal o Ispal (llanura junto a un río) se cruzaron influencias Tartésicas, turdetanas, fenicias, griegas y cartagineses (los fenicios habían fundado Cártago en el norte de África, se le atribuye también a Melkart)

La zona se denominó Tartessos haciendo referencia al río Tharsis, como se conocía el Guadalquivir en aquella época. Las pruebas arqueológicas apuntan a que estaba localizada en una zona geográfica en el bajo Guadalquivir y Huelva en la Edad de Bronce e inicios del Hierro. Eran culturalmente muy evolucionados y recibía las influencias directas de los pueblos colonizadores mediterráneos. Hay evidencias de la existencia del pueblo tartésico, la más clara es el importante tesoro descubierto en la zona cercana a Sevilla de “El Carambolo”, una colección de joyas de oro datadas en el siglo VIII a.C. 

Se cree que hacia el año 540 a.C. se aliaron con los griegos focenses frente a los etruscos y cartagineses, disputándoles el control del Mediterráneo. Derrotados en Alalia fueron sometidos por Cártago hacia el 500 a.C. El final de Tartessos lo marcó su posible destrucción a manos de los cartagineses, pasando Gadir (que tras la ocupación romana se llamaría Gades) a ostentar el control y capitalidad de la región.