EL CASTILLO DE SAN JORGE

Criterios sobre aspectos varios de la vida

el castillo de san jorge

El origen del Castillo de San Jorge es desconocido, aunque se cree que en esa zona Hermenegildo, en el siglo VI, erigió algún tipo de fortaleza para defender a la población de Spalis (nombre visigodo de Sevilla) de las tropas de su padre, Leovigildo, contra el que se había levantado por cuestiones religiosas. 

Al parecer, el primer uso que tuvo este terreno durante la época islámica fue el de necrópolis almohade. Las sepulturas consistían en unas fosas sencillas donde se depositaba el cadáver con las piernas flexionadas mirando hacia el Este, esto es hacia La Meca, siguiendo así el rito musulmán.

 

A raíz de la presión que se empieza a sentir por parte de los reinos cristianos, se decide levantar en ese terreno una fortaleza de planta rectangular, altas murallas, foso, barbacana y diez torres cuadradas almenadas flanqueándola, una en cada esquina. En medio de su fachada este, la que daba al río, estuvo la del homenaje, con la puerta de entrada protegida por un parapeto que corría paralelo al río y a la muralla. El interior albergaba numerosas edificaciones.

Las primeras menciones históricas están datadas en 1178 que refieren su ataque por parte del infante don Sancho. 

En 1171, Abu Yaacub Yúsuf, califa almohade, se estableció en Isbiliya convirtiéndola en capital de su imperio en la península. Ordenó  la construcción de grandes obras entre otras el puente de Barcas y los muelles del Guadalquivir. Las gruesas cadenas de ese puente estarían unidas al entonces llamado Castillo de Gabir.

Años más tarde, durante el asedio a la ciudad por parte del rey Fernando III, se romperían estas cadena y el puente con la ayuda de la flota de Ramón de Bonifaz, primer almirante de Castilla. Este suceso ayudaría a tomar la ciudad en 1248 pues suspendió el abastecimiento que desde Triana y el Ajarafe le seguía llegando a los sitiados, consiguiendo aislar Isbilya por todos sus frentes y acelerando la rendición del caíd Axataf. Tras la conquista de Sevilla, la fortificación musulmana es entregada a la Orden Militar de los Caballeros de San Jorge, fundándose en su interior una capilla bajo la advocación del Santo patrón de los caballeros y los soldados. Dicho templo constituyó la primera parroquia de Triana, pasando a ser ermita cuando Alfonso X, en 1276, manda construir la parroquia de Santa Ana. 

En el siglo XV, durante la guerra civil castellana por la sucesión en el trono entre los partidarios del rey Enrique IV y su hermano Alfonso, el castillo es lugar de enfrentamientos entre ambos bandos. En 1463, pasa a ser propiedad del Marqués de Medina Sidonia durante un corto período de tiempo, antes de volver a manos de la corona durante el reinado de los Reyes Católicos (Isabel I, reina de Castilla y su marido Fernando II, rey de Aragón).

La importancia defensiva del castillo fue disminuyendo con los siglos y en 1481 se convertiría en sede de la Inquisición Española, que lo abandonaría en 1626 debido al continuo deterioro de sus muros a causa de las fuertes crecidas del río. Tras esto, fue cedido al conde duque de Olivares, el cual se ocupó de sus reparaciones, cuidados y de la vigilancia sobre las mercaderías realizadas a sus puertas. En 1639 volvería a ser de la Inquisición hasta su marcha definitiva en 1785. Entre 1800 y 1803, el castillo fue demolido y se crea un ensanche desde la plaza del Altozano hasta la calle Castilla, con la creación de una nueva calle denominada de San Jorge y se edifica un mercado de abastos y se urbaniza la zona. Actualmente en las ruinas subterráneas existe un centro museístico sobre el castillo, la Inquisición Española y sobre la represión religiosa. Junto al mercado de abastos se encuentra el Callejón de la Inquisición, que formaba parte de la fortificación y que en la actualidad comunica la calle Castilla con el paseo Nuestra Señora de la O.