Criterios sobre aspectos varios de la vida
RETALES DE MI VIDA, POR CARMEN CORTÉS MELERO
“EL CHIRRI”
En la casa nunca faltaban perdices, conejos o liebres, mi padre era un buen aficionado a la caza y en esos tiempos había abundancia en los montes.
De hecho, venían a la casa con mucha frecuencia señoritos de Antequera de cacería y a comer de los buenos manjares que mi madre cocinaba. Mi padre llegaba de cazar sin bajarse del caballo, pues las piezas salían solas, en la casa llegamos a aborrecer la carne de caza, pues mucho de lo mismo cansa.
Un notario de Antequera, Martín Oliva, que venía todas las tardes con su chófer a tomar café fue el que puso en orden todos los papeles de mi padre con respecto a las propiedades que tenía, ya que en aquellos tiempos las comprar de las tierras se resolvían con un apretón de manos y la palabra de los contratantes.
Entonces todavía había en la sierra bandoleros y de vez en cuando bajaban al cortijo de mis padres. Recuerdo a uno de ellos que llamaban “El Chirri”.
Este se presentó un día en mi casa y le dijo a mi padre que lo escondiera que venía siguiéndole la Guardia Civil, mi padre lo escondió en el horno de hacer pan, los guardias estuvieron buscándolo por todo el cortijo sin encontrarlo y finalmente pudo escaparse de noche.
A los pocos días vino el capitán de la Guardia Civil a detener a mi padre por dar refugio a bandoleros, ante lo cual mi padre le preguntó: “¿Capitán, usted tiene hijos? El Capitán respondió que sí, que los tenía estudiando en Antequera. “Pues bien”-le dijo mi padre- “yo los tengo trabajando todos los días en la sierra donde viven los bandoleros y son los dominios del Chirri, por lo tanto siempre que venga le daré de comer y cobijo ya que la vida de mis hijos es lo más importante para mí. Si usted cree que debe detenerme hágalo”.

El Capitán comprendió enseguida lo que trataba de decirle mi padre y se marchó sin detenerlo y no lo molestó más.
Años más tarde, mi padre subió a Málaga y se acercó a un mesón para tomar un vino con algo de comer, pidió lo que querías y se sorprendió cuando se acercó el camarero con una fuente llena de mariscos para él, le dijo a este que había sido un error, que él no había pedido aquello y este le dijo que lo invitaba un señor que había sentado en una mesa, mi padre se acercó y este le dijo: “Antonio no me conoces, soy “El Chirri”, resultó que se había enriquecido con el estraperlo y quiso obsequiar a mi padre.
RETALES DE MI VIDA
por Carmen Cortés Melero