Criterios sobre aspectos varios de la vida
SAN LEANDRO

San Leandro nació en Cartagena en el año 534 y falleció el 13 de marzo en Sevilla en el 601. Su padre, Severiano, era hispanorromano con antecedentes griegos y su madre, Teodora, visigoda. Era Hermano de otros santos de la Iglesia católica, San Isidoro de Sevilla (que le sucedería como Obispo de Sevilla), San Fulgencio (Obispo de Écija y Cartagena) y Santa Florentina (Abadesa de varios conventos).
La llegada de los bizantinos al levante provocó que la familia se desplazase a Spalis, la Sevilla visigoda, su padre apoyaba a Agila, mientras los bizantinos tenían como aliado a Atanagildo.
Una vez en Sevilla, y al fallecer sus padres, Leandro quedó como tutor de sus hermanos pequeños, cuando hubo cumplido esa función ingresó en un monasterio. Tenía fama de ser una persona inteligente, buen orador y además había estudiado con los mejores profesores de su época, por ello no sorprende que procurase dar a sus hermanos una educación tan extensa como la que él mismo tenía.
Elegido Obispo de Sevilla en 578, creó una escuela, en la que se enseñaban no sólo las ciencias sagradas, sino también todas las artes conocidas en aquel tiempo. Entre los alumnos, se encontraban Hermenegildo y Recaredo, hijos del rey visigodo Leovigildo. Allí comenzó el proceso de conversión de Hermenegildo, que lo llevaría a abandonar el arrianismo y a abrazar la fe católica, que lo llevó al enfrentamiento con su padre, que desembocaría en una guerra. Este le envió a Constantinopla para conseguir apoyos a favor de su causa para ser rey visigodo. Allí conoció a Gregorio, vicario del Papa ante el emperador, y elegido años después Sumo Pontífice, la historia le conoce como San Gregorio Magno. Se pasó su estancia estudiando a los padres y conocía a fondo el poso doctrinal e histórico del arrianismo. Sin sus esfuerzos es difícil pensar que se hubiera llegado a un entendimiento entre católicos y arrianos.
De Leandro escribió su hermano Isidoro: “ Leandro, hijo de Severiano, de la provincia Cartaginense de España, fue monje de profesión, y siendo monje fue nombrado obispo de la iglesia de Sevilla, en la provincia Bética; hombre de conversación suave, de ingenio brillantísimo, ilustrísimo por su vida tanto como por su ciencia, hasta el punto de que su fe y por su habilidad el pueblo de los Godos volvió de la herejía arriana a la fe católica ” [ De viris illustribus ]
Una vez regresado a Sevilla, Leovigildo le desterró, aunque no se atrevió ni a quitarle la mitra ni a matarlo, como pedían algunos nobles visigodos que veían en él al instigador de la revuelta de su hijo. El propio rey, a punto de morir, le perdonó y le encomendó que cuidara a su hijo Recaredo. Leandro era el mayor talento que había en la Iglesia hispana (y en Hispania entera), y su sucesor necesitaría su apoyo y consejo.
El nuevo rey, aconsejado por el obispo, convocó el Concilio III de Toledo, en el que rechazó la herejía arriana y abrazó la fe católica. A él se debe, no sólo la conversión del rey, sino también el haber contribuido al resurgir de la vida cristiana por todos los rincones de la Península: se fundaron monasterios, se establecieron parroquias por pueblos y ciudades, nuevos Concilios de Toledo dieron sabias legislaciones en materias religiosas y civiles.
Se dijo de él que fue un verdadero estadista y un gran santo. Al mismo tiempo que desarrollaba esa vasta labor como hombre de Estado, nunca olvidaba que, como obispo, su ministerio le exigía una profunda vida religiosa y una dedicación pastoral intensa a su pueblo. Predicaba sermones, escribía tratados teológicos, dedicaba largos ratos a la oración, a la penitencia y al ayuno.
San Leandro está considerado uno de los padres de la Iglesia y se le considera precursor de la Escuela Sevillana de Teología. Se caracterizó por su defensa del catolicismo frente al arrianismo, del que escribió numerosos textos en contra. Se preocupó en gran medida de la formación del clero y de la divulgación del catolicismo.
Su gran importancia histórica para la iglesia se hace patente en la estatua de barro cocido a tamaño natural que le representa en la Puerta del Bautismo de la Catedral de Sevilla, frente a la de su hermano y también obispo de Sevilla, San Isidoro. Aparecen juntos a su vez en el escudo de Sevilla.
