SAN HERMENEGILDO

Criterios sobre aspectos varios de la vida

SAN HERMENEGILDO

Hermenegildo fue hijo del primer matrimonio de Leovigildo. Se le vinculó siendo muy joven al trono junto a su hermano Recaredo. Este sistema hereditario, para prevenir la elección del sucesor y asegurar la monarquía en la propia familia, constituía un tiránico abuso del poder, en contra del principio germánico para la libre designación del monarca. Entre los visigodos, el primero en llevar a cabo esta sistema fue Liuva I, quien vinculó a su hermano Leovigildo como sucesor.

En la sociedad de la época existía una diferencia fundamental entre los hispanorromanos y los visigodos. Ambos eran cristianos pero mientras los primeros eran católicos, los segundos eran arrianos, esto es, negaban la consustancialidad de la Santísima Trinidad, es decir, que ésta fuera una misma persona en tres.

A los quince años, Hermenegildo se casa con Ingunda. La importancia de este matrimonio radica en que ella era católica e influyó en la conversión de su marido. Ambos se trasladan a residir a Sevilla (entonces Spalis), tras recibir del rey el gobierno de la provincia Bética. Coincide la llegada de Hermenegildo con el pontificado de San Leandro, el trato entre ambos y las reiteradas insinuaciones de su mujer le llevaron a convertirse, lo que produjo dos efectos encontrados. En la corte toledana se enfureció al monarca y en la Bética los hispanorromanos  se agruparon en torno al gobernador de la provincia, al que veían como defensor de sus ideales religiosos y políticos.

Leovigildo, puesto al tanto de los acontecimientos, exigió a su hijo que volviera al arrianismo, así como su presencia inmediata en la corte de Toledo. Ignorando ambas órdenes, en el año 582, se proclamó rey de la Bética. Se llegó a acuñar una moneda en la que se leía “Al rey, de Dios le viene la vida”, con lo que Hermenegildo intentaba dar un carácter religioso a su lucha por el poder.

El motivo del conflicto, más que por causas religiosas, parece ser, según algunos historiadores, que fue por la propia rebelión del hijo contra el padre, junto a los contactos diplomáticos que éste mantuvo con el Imperio Bizantino, el cual poseía en Hispania la provincia de Spania. Ésta, en los momentos de mayor esplendor, se extendía desde Cartagena hasta el Guadalete y Leovigildo tuvo varios enfrentamientos con Bizancio, donde le fue conquistando territorios. 

Ante esto, el rey toledano armó un poderoso ejército que, tras someter castillos y poblaciones afines al rey católico, sometió a la ciudad de Sevilla a un prolongado asedio. Leovigildo, estratega astuto, incluso desvió el curso del Guadalquivir para impedir el auxilio de las tropas bizantinas. Tras varios meses, Hermenegildo huyó, acompañado de tan sólo veinte caballeros, al castillo de  Osset en San Juan de Aznalfarache, donde resistió hasta que la fatiga y el hambre consiguieron su rendición en el 584.

Aquí comienza la leyenda, se cuenta que cargado de cadenas, Hermenegildo regresó a Sevilla. Se intentó que abjurara de su fe, pero el monarca fue inquebrantable. Luego se le trasladó a Alicante (o Valencia, según otras fuentes) y, finalmente a Tarragona, donde muere preso en 585. No obstante, la tradición acerca de su muerte defiende que ésta se produjo en Sevilla, en una celda que aún existen en la Puerta de Córdoba, junto a la que levantó la iglesia de San Hermenegildo. 

Por otra parte, según los historiadores, dicen que estando preso en Spalis, y ante el temor de un levantamiento popular, fue trasladado a Tarragona, lugar en el que fue decapitado por el conde Sisberto el 13 de abril de 585. Al parecer, su cuerpo fue trasladado de Tarragona a Sevilla, produciéndose durante el recorrido diversos prodigios milagrosos que motivaron la construcción bajo su patronazgo de varias ermitas o capillas en lugares significativos del itinerario seguido. Un ejemplo lo encontramos todavía en la localidad granadina de Alquife, donde se conserva la ermita y se celebra una tradicional fiesta extraordinaria en honor del santo.

Según cuentan, durante la dominación musulmana de la ciudad hispalense, la cabeza pudo salvarse del ultraje y fue depositada en Zaragoza. De igual modo, la tradición más antigua afirma que ciertas reliquias custodiadas en diferentes puntos de España formaron parte del cuerpo del santo. Algunas de las más importantes se conservan en Ávila, Plasencia y Sevilla (donde se hace fiesta de su memoria y recibe culto especial).

A instancias del rey Felipe II de España, el papa Sixto V lo canonizó en el milésimo aniversario de su muerte. El año siguiente, a petición del rey, las monjas del Monasterio de Sijena cedieron la cabeza de san Hermenegildo que custodiaban como reliquia desde el s.XII, al recién construido Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, donde todavía se conserva. 

Junto a San Fernando, es el santo patrono de la monarquía española.

En la iglesia de San Hermenegildo, sita en la Ronda de Capuchinos anexa a la Puerta de Córdoba, se puede ver una lápida de mármol, a baja altura, que en latín y castellano nos indica:

Oh, tú, cualquiera que pasa,
venera rendido este lugar,
consagrado con la sangre
del Rey Hermenegildo

La actual iglesia de es del siglo XVII, aunque ya en el siglo XV los cofrades del Santo celebraban justas el día de su onomástica en el sitio que hay desde la Puerta de Córdoba a la del Sol. No sólo cuidó esta Hermandad del culto en su capilla, sino que fundó un hospital dedicado al Santo, que estuvo situado en la plaza de San Leandro.