Criterios sobre aspectos varios de la vida
RETALES DE MI VIDA, POR CARMEN CORTÉS MELERO
mALOS TIEMPOS
Debo decir que tuve también épocas malas, sobre todo en Málaga cuando mi marido se jubiló, no se adaptó a su situación y al carecer de algún hobby que lo hubiese distraído empezó a beber más de la cuenta y degeneró de tal forma que tuve problemas económicos por su mala administración, ya que el pobre perdía el dinero o se lo robaban, todo degeneró posteriormente en su larga enfermedad y le afectó al cerebro lo que finalmente acabó con su vida.
Estando en una tienda me pegaron un tirón para robarme el bolso, me caí y me rompí un tendón del brazo, tuve que estar en rehabilitación y aún hoy no puedo manejarme totalmente con él, sin embargo hice tal rehabilitación que estuve conduciendo hasta el año pasado. Los últimos años de mi marido fueron muy duros, él tenía perdida completamente la consciencia y tenía que manejarlo yo sola para todo, era como un niño a todos los efectos. Fernando vivió conmigo sus últimos días ya que coincidió que Ricardo y Agustín habían ido a pasar unas pequeñas vacaciones a Cuba y cuando volvieron sólo pudieron estar con él un par de días.
Me imagino que Dios me mandó este esfuerzo para hacerme más fuerte.
Lo pasé muy mal también cuando me enteré que mi cuñado Antonio, hermano de mi marido, estaba en la indigencia, la mujer lo abandonó por alcoholismo y ni ella, ni sus hijas querían saber nada de él. Me hice cargo de la situación yo sola, pues mi marido no quería saber nada y sus hermanos y hermanas tampoco. Después de muchas penalidades, conseguí por medio de Mari Carmen que lo ingresaran en un asilo de monjas en Antequera donde fue feliz sus últimos años.
Todo este esfuerzo confieso que lo hice por mi suegra, que se portó muy bien conmigo y que me quería mucho, yo no podía dejar tirado a un hijo suyo.
Tuve también una época muy bonita ayudando a las monjas del Cotolengo en Málaga, les ayudaba haciendo manualidades, planchando, dando clases de trabajos manuales para sus alumnas.
Sor Eulalia hizo que me dieran hasta un pequeño homenaje, tuve que dejar de ir pues un día me pincharon todas las ruedas del coche, ya que el Cotolengo estaba enclavado en una de las zonas más conflictivas y pobres de Málaga.
Recuerdo con gracia que hice un trabajo sobre una foto de un obispo de Málaga en tres dimensiones y me atreví a recortarle las orejas, ya que las tenía como soplillos, las monjas se rieron mucho con la ocurrencia.
Mi hijo José que es un gran artista y podía haber vivido de la pintura, era muy crítico en mis primeros trabajos de manualidades, me enseñó una sobrina mía de Alicante.
La primera rosa que hice mi hijo me dijo que parecía un huevo frito, pero a partir de ahí inundé Málaga con mis trabajos y conseguí, incluso, unos ingresos extras que me ayudaron a paliar los efectos económicos de la enfermedad de mi marido, ya que debo confesar que aunque el alcohol le hizo mella, él ya tenía una degeneración cerebral importante tipo “Alzheimer” que ninguno quisimos ver y que le hizo sufrir mucho sus últimos años y a mí con él.
En la actualidad, como he comentado anteriormente estoy estupendamente, gracias a Dios me quedó una buena pensión y me dedico a disfrutar de la vida, de mis amigos y de mis hijos y nietos, viajo siempre que puedo y tengo como se dice una mala salud de hierro, camino todos los días varios kilómetros, me he apuntado a un gimnasio donde también practico natación, me sigue encantando la cocina y disfruto cuando vienen mis nietos a verme y comer conmigo, todas las noches nos reunimos mis amigas y yo en mi casa a echar nuestra partida de cartas, mis hermanos han llegado ya a los 100 años, por lo tanto os queda Carmela para rato, espero que me dé tiempo a escribir otras memorias.
Un fuerte abrazo y besos para todo aquel que haya aguantado estas líneas sin cerrar ninguna página.
RETALES DE MI VIDA
por Carmen Cortés Melero