LA DELEGACIÓN DE FUNCIONES

LA DELEGACIÓN DE FUNCIONES

En las organizaciones humanas complejas se produce el fenómeno de la delegación, es decir, la transferencia de forma temporal o definitiva, de las tareas o funciones propias de quien las ha cedido. Existe desde que surgió la necesidad de diversificar cometidos y responsabilidades. Permite, una vez priorizadas las tareas, solucionar más problemas al mismo tiempo y parte de la confianza en el ámbito de la profesionalidad entre el delegante y el delegado. Por tanto, los errores y los aciertos del delegado son los errores y aciertos del delegante.

 

De manera que, quien cede mantiene la responsabilidad sobre la tarea o función encomendada. La delegación no es “mandar hacer” ni, en el otro extremo “dejación neta de funciones”.

 

El delegante puede ocupar una posición superior o equivalente a la del delegado, de manera que podemos hacerlo en una persona de nivel inferior o en alguien de igual nivel al nuestro. Entre iguales genera un intercambio de funciones que se da en los supuestos de ausencia momentánea o prolongada. Ha de contemplarse desde la doble perspectiva: desde el delegante y desde el delegado. “Delegar / asumir delegación”. Por tanto, hay que saber delegar y también hay que saber asumir delegaciones.

 

Asimismo, tiene un componente cuantitativo y cualitativo.

  • El aspecto cuantitativo es el siguiente: si se delega una función (o tarea) se ahorra tiempo y trabajo por parte de quién delega.
  • El cualitativo es otro: si se delega en un colaborador más preparado que el titular de la función, o más especializado o, simplemente, con más tiempo para dedicar a dicha función, la “calidad” final del ejercicio de dicha función será

Se ha de asumir la rentabilidad de la delegación. Se ahorra tiempo, una parte él hay que invertirlo en supervisar lo delegado, aumentando de este modo la calidad final del ejercicio de dicha función. La delegación más común es la que se da entre personal con responsabilidad de mando y los subordinados, por la sencilla razón de que éstos suponen el colectivo más numeroso. En ese supuesto, el responsable y el equipo observan, analizan, planifican, deciden y comprueban, puesto que la ejecución es la etapa que se delega.

 

La actitud frente a la delegación puede ser variada, y puede resumirse en dos:                       

  • Aceptación de ésta como instrumento que permite descansar con tranquilidad al delegante e incrementar el nivel de respuesta del delegado.
  • Rechazo de la delegación. En este planteamiento concurren varias razones:
    • Miedo a “en qué situación quedo yo” si mi colaborador asume parte de mis funciones: ¿A qué me dedico entonces?
    • Miedo a “la relación con mi colaborador” cuando este asume parte de mis funciones: ¿Escapa a mi “mando”?
    • Miedo a “cómo me verá mi superior” cuando mi colaborador asuma parte de mis funciones: ¿Pensará que no me ocupo de mis obligaciones?